La leche descalcifica los huesos

La mejor leche para los huesos para los adultos

Hoy en día, nos enfrentamos a un abanico insondable: ¿leche descremada, baja en grasas o entera? ¿Leche de almendras, de soja, de arroz, de cáñamo o de avena? ¿De cabra o de vaca? ¿Con o sin la enzima lactasa? ¿Cruda o pasteurizada? ¿Simple o aromatizada? Incluso hay una controversia en curso sobre cuál de estas bebidas puede llamarse leche.

La mayoría de nosotros hemos crecido creyendo que la leche es importante para que los niños construyan huesos fuertes y para que los ancianos prevengan la osteoporosis. Pero la leche, una buena fuente de calcio, no es necesariamente el factor más crítico para la salud de los huesos, afirma Gardner, profesor de medicina y catedrático de Rehnborg Farquhar.

“Hay países como Japón e India en los que la población es predominantemente intolerante a la lactosa, donde la ingesta de leche es baja y las tasas de fractura de cadera también son bajas. Pero muchas de esas culturas realizan más actividades con peso que los estadounidenses”, dijo. “Es mejor ser físicamente activo que beber leche como forma de fortalecer los huesos”.

“Este mito se remonta a antes de la pirámide alimenticia, cuando el Consejo Nacional de Lácteos se ofreció a proporcionar material de nutrición a las escuelas de forma gratuita. Y en todos esos materiales decían que se necesitaban varias raciones de lácteos al día para una dieta saludable”, dijo Gardner. “Eso nunca se acordó. Mucha gente es intolerante a la lactosa, y no la necesita”.

Leche osteoporosis estudio de harvard

A.  De vez en cuando surgen advertencias sobre los efectos nocivos de las bebidas carbonatadas en los huesos. La teoría es que el ácido fosfórico (fosfato) utilizado para realzar el sabor en algunas bebidas carbonatadas puede interferir en la absorción del calcio y provocar la pérdida de calcio de los huesos. Afortunadamente, no hay pruebas fehacientes de que un consumo elevado de fosfato afecte al metabolismo óseo o a la densidad ósea.

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Aun así, las bebidas carbonatadas se han asociado durante mucho tiempo a una baja densidad ósea y a fracturas en las adolescentes. Para investigar esta asociación en adultos, los investigadores de la Universidad de Tufts examinaron los datos de 2.500 mujeres y hombres (de 49 a 69 años) que participaron en el Estudio de Osteoporosis de Framingham. Evaluaron la ingesta dietética y midieron la densidad mineral ósea (DMO) en la columna vertebral y la cadera.

Las bebidas no carbonatadas no se asociaron con una DMO baja, pero la ingesta de refrescos de cola se asoció con una DMO más baja en la cadera (aunque no en la columna vertebral) en las mujeres, pero no en los hombres. Cuantos más refrescos de cola bebía una mujer, más baja era su DMO. Las mujeres que bebían más refrescos de cola no tomaban menos leche, pero sí tenían una menor ingesta de calcio.

Leche para los huesos y las articulaciones

¿Sabías que en la Inglaterra medieval los padres ataban las patas de los conejos al cuello de sus bebés para alejar las enfermedades? Los médicos también escupían sobre las heridas porque se creía que la saliva tenía propiedades curativas.

La leche es mucho más que una bebida; es un fenómeno cultural que se remonta a miles de años atrás. Y todavía hoy, el mito de la leche resuena con fuerza: en 2001, el niño estadounidense medio consumió 104 cuartos de leche de vaca.

El mito de la leche se ha extendido por todo el mundo basándose en la creencia errónea de que esta bebida rica en proteínas y calcio es esencial para mantener una buena salud general y ósea en particular a cualquier edad. Es fácil entender que la confusión sobre los beneficios imaginarios de la leche se debe al hecho de que contiene calcio, unos 300 mg por taza.

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Pero muchos estudios científicos han demostrado una serie de efectos perjudiciales para la salud directamente relacionados con el consumo de leche. Y la relación más sorprendente es que no sólo apenas absorbemos el calcio de la leche de vaca (especialmente si está pasteurizada), sino que, para empeorar las cosas, en realidad aumenta la pérdida de calcio de los huesos. ¡Qué ironía!

Estudio sobre la osteoporosis causada por la leche

El sistema OPG/RANKL/RANK regula la función celular mediante el control de la osteoclastogénesis y la remodelación ósea. El RANKL se une a su receptor RANK, estimulando la activación y la supervivencia de los osteoclastos (Boyle et al., 2003). Por otro lado, la OPG se deriva principalmente de las células del linaje de los osteoblastos y se describe como un antagonista del RANKL al competir con el RANK por la unión del RANKL (Lacey et al., 1998, 2000). Los osteocitos, la etapa final de la diferenciación de los osteoblastos, son una rica fuente de OPG y RANKL, y mediante su producción diferencial, estas células pueden regular la resorción ósea mediada por osteoclastos (Goldring, 2015). La modulación de este sistema es un mecanismo crucial para mantener un equilibrio adecuado entre la formación y la resorción ósea. A pesar de conocer la causa principal de la pérdida ósea, todavía son necesarios los estudios sobre el efecto de los componentes alimentarios en esta enfermedad.

En los últimos años, sólo unos pocos estudios demostraron la implicación de las vesículas extracelulares obtenidas de la leche bovina comercial (VEm) en las células óseas (Oliveira et al., 2016, 2017). Se observó que los ratones hembra sanos tras el consumo oral de VEm aumentaron el número de osteocitos y la presencia de hueso considerado inmaduro (Oliveira et al., 2016). Además, se observó un aumento de la presencia de osteoclastos pero no hubo cambios en el RANKL y CTX-I in vivo, dos marcadores de la actividad resortiva en el hueso (Oliveira et al., 2016). De forma complementaria a estos datos, los análisis in vitro demostraron un aumento de la diferenciación de las células madre mesenquimales humanas en osteoblastos, y de las células de la médula ósea de ratones en osteoclastos tras el estímulo del VEM, pero este último con una reducción del área de reabsorción ósea (Oliveira et al., 2017). Por lo tanto, estos datos ya demostraron el potencial de los VEm para influir en las células relacionadas con la remodelación ósea e indican el potencial de una nueva terapia para prevenir la pérdida de hueso.

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